El primer Domingo de Ramos

Llegó aquel importante día del mes de marzo de 1973. En este cálido día de Domingo de Ramos, a las 9:00 de la mañana comenzó la celebración en el patio de la casona colonial de La Mansión.

Para ella se habían reunido unas 70 personas. Como sacerdote, el padre Daniel presidió la misa acogiendo con alegría a la nueva comunidad.

Inició la celebración con cánticos de alabanza, acompañado de dos guitarras y un bombo, mientras los fieles, en una reacción espontánea y entusiasta, levantaban sus palmas tributándole a Dios la máxima glorificación.

Y así fue. La festividad inaugural fue fantástica, incluso para los que estaban acostumbrados a las misas tradicionales.

El público se sintió inmediatamente identificado con su estilo libre y espontáneo y sus oraciones inspiradas e improvisadas.  Y así nació La Mansión.

No como un grupo de oración, sino como una comunidad Eucarística, que se reúne para celebrar la Misa como el mayor acto de alabanza al Padre. De este modo, la Eucaristía se convierte en el centro de nuestra vida comunitaria.

 

«La Mansión»: Centro Católico Carismático de Evangelización

«Casa de Predicación de los Dominicos»

Fr. Aldo Torrez Roca, O.P.

«La Mansión» es guiada por los frailes de la Orden de Predicadores, que fue fundada hace 800 años por Santo Domingo de Guzmán, es vital hoy en nuestros tiempos. Así lo declara el Papa Benedicto XVI: «Aún en nuestros días está vitalmente activa la fuerza espiritual de aquel movimiento evangélico que en el siglo XIII explotó con Domingo de Guzmán y Francisco de Asís, pues, simplemente querían que la Iglesia abrazase íntegramente el Evangelio, reunir al “pueblo nuevo”, renovar la Iglesia según el Evangelio, “vida evangélica”». A tal punto que su razón de ser es predicar el Evangelio de Jesucristo, buscando la verdad, estudian para encontrar y dar respuestas a los interrogantes de los hombres y de las mujeres de hoy. En la vida de Santo Domingo y en su proyecto fundacional todo está al servicio de la predicación y esta está a la vez al servicio de la salvación de la humanidad. Esta finalidad inspira y configura todos los componentes de la vida dominicana: la oración y la liturgia, el estudio, la vida comunitaria y la predicación.

Los padres de «La Mansión», sabiendo que la Iglesia sigue renovándose y mirando el ideal de las primeras comunidades cristianas, viven en comunidad; en una asidua oración: oración litúrgica, oración comunitaria, y oración privada así vocal como mental; Estudian para dar respuestas a las necesidades de sus fieles, pues, el estudio es un medio para la predicación que tiene como fin la Salvación de las almas. El Papa Benedicto XVI, manifestó que «el lema de los Frailes Predicadores –contemplata aliis tradere = Contemplar y dar a los demás lo contemplado– nos ayuda a descubrir, además, un anhelo pastoral en el estudio contemplativo de estas verdades, por la exigencia de comunicar a los demás el fruto de la propia contemplación». «Vivir la vida de los apóstoles según el modo ideado por Santo Domingo» (Timothy . Radcliffe).

«La Mansión» es un Centro Carismático Católico de Evangelización que reboza de optimismo y renovación de una fe más viva. En ella son tres los semblantes que se consideran para su establecimiento como tal en la ciudad de Santa Cruz: sus comienzos, su proyecto de evangelización (visión y misión) y su infraestructura material. Los cuales a continuación se desarrollan:

Sus comienzos: Después de siete años de trabajo en la ciudad de La Paz, los padres estadounidenses, Crisóstomo Geraets y Daniel Roach pertenecientes a la «Orden de Predicadores», siguiendo su espíritu de predicadores itinerantes, dejaron esta ciudad y se pusieron en marcha rumbo a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. El primero en llegar fue el padre Cris (Crisóstomo) en el año 1969, y casi inmediatamente lo hizo el padre Daniel en el año 1970. Y en enero de 1971 se iniciaron en la naciente Renovación Carismática Católica. Dos años más tarde, un Domingo de Ramos de 1973, comenzaron su experiencia pública introduciendo a los fieles en una profunda evangelización en el Espíritu Santo. Y el centro de esta nueva experiencia comenzó en la Eucaristía. Desde el primer día de esta celebración ha sido eje motor de todas las actividades de La Mansión.

Su proyecto de evangelización: «La Mansión» nació con el objetivo de convertirse en la Iglesia viva y espiritual de los feligreses, muy ligada a la realidad de sus fieles, transmitiendo la Palabra de Dios «nuevo fervor, nuevos métodos y nueva expresión» (DSD 28). Llegar a los feligreses con la Buena Nueva de manera renovada y con poder. Lo cual fue y sigue siendo una de sus principales características. «Queremos la Iglesia Católica, pero queremos un renacer de la Iglesia… No queremos otra Iglesia; queremos la misma Iglesia transfigurada en Cristo», expresa el padre Daniel, en su libro: CRIS Y DANIEL, Los principios de La Mansión.

La infraestructura material de «La Mansión», es una casona señorial situada en el casco viejo de Santa Cruz, donada a la Iglesia por la familia de la casa Zeller. El arzobispado a cargo del Monseñor Luís Rodríguez les concedió el uso a los padres Cris y Daniel quienes inmediatamente comenzaron sus actividades de acuerdo con las costumbres de estas tierras. Al principio fue a patio descubierto a la luz del sol y bajo el resplandor de las estrellas. Luego se construyó el primer «Pahuichi» en forma rústica con materiales primarios, que albergaban unos 600 miembros, pero este primer «Pahuichi» rápidamente fue colmado. A partir de aquí se construyeron los anexos, ¡hasta llegar a siete! Así surge la necesidad de utilizar al máximo el espacio disponible. Se aprovechan 2.000 metros cuadrados para albergar 4.000 fieles cómodamente sentados. Este último «Pahuichi» fue obra de la arquitecta Gugui Roda, quien depositó todo su conocimiento e inspiración en el Espíritu. Representa en lo material al cristianismo auténtico: sencillez, perfección y austeridad son algunos de los adjetivos que pueden definir esta obra. ¡Y nuevamente es pequeño! Todos los domingos recibe a más de cuatro mil personas y durante las celebraciones especiales como la Semana Santa o encuentros especiales, se han llegado a acomodar 7.000 personas.

«La Mansión», Organismo viviente de Renovación Espiritual, funciona como un «Centro de Evangelización» que apunta a la conversión de los feligreses y la recuperación de los valores morales y espirituales de los fieles católicos. Decimos esto porque hay muchos católicos sin un encuentro personal con Dios y compromiso social. En nuestros días muchos cristianos, ya bautizados y confirmados, están recibiendo la imposición de manos, esencialmente con los mismos efectos de Pentecostés. En primer lugar reciben la experiencia de la presencia y del poder del Espíritu Santo. Enseguida el Espíritu Santo comienza a manifestarle a Jesucristo interiormente y, a través de Cristo, ellos ya conocen al Padre personalmente. Como los primeros cristianos, ellos quedan llenos del Espíritu Santo y experimentan fuertemente el amor, el gozo y la paz de Cristo. Es una respuesta a una sed de Dios, de vida interior, de oración alegre, comunitaria y de alabanza. Se experimenta el Espíritu Santo como el poder para servir y testimoniar, para predicar el Evangelio en palabras y obras, con aquella manifestación de poder que mueve a la fe y despierta la comunión fraterna y eclesial. La experiencia de la cual se habla, es espiritual y profunda. Esta experiencia está llevando a los fieles de La Mansión, a una búsqueda sincera por ser mejor en la vida del hogar, del trabajo; a tomar conciencia sobre los sacramentos del Bautismo, Confirmación, Penitencia y Eucaristía; a orar y leer la Biblia constantemente en la vida diaria, la Lectio Divina (cfr. DA 249); a tener un gran amor por la Iglesia y por salir a evangelizar.

La Mansión desde sus orígenes se ha caracterizado por ser un centro de Evangelización, como expresión de vida en comunidad, de oración, de comunión en la Eucaristía, de enseñanza y formación de los laicos, el ejercicio de los ministerios como comunidad evangelizadora. Por ello se lo identifica como un organismo de renovación espiritual.

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