4º Domingo de Pascua

Seguimos en el tiempo pascual, un tiempo marcado por el sentido de la muerte y la resurrección de Jesús: una vida entregada hasta el final y rescatada de la muerte por amor. Desde entonces, Jesús mantiene con nosotros una relación singular. Nuestra fe no es una afirmación teórica, sino una experiencia de relación personal con Él.

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 4, 8-12

 

En aquellos días, lleno de Espíritu Santo, Pedro dijo:
«Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por este Nombre, se presenta este sano ante vosotros.

Él es la “piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular”; no hay salvación en ningún otro; pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos».

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