Se lee en el libro del Eclesiástico: “El amigo fiel es seguro refugio, el que lo encuentra, ha encontrado un tesoro. El amigo fiel no tiene precio, no hay peso que mida su valor. El amigo fiel es remedio de vida, los que temen al Señor lo encontrarán”. (Cfr. Eclo 6,14-16). La amistad es uno de los regalos más bonitos que podemos dar y recibir. Dios nos creó para relacionarnos, no para estar solos y apartados de los demás, algo que es evidente desde Génesis. Durante la creación Dios declaró todo lo que hizo como bueno y se mostró satisfecho con el resultado. Pero cuando creó al hombre se dio cuenta de que hacía falta algo más.
Luego Dios el Señor dijo: “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada”. (Gn 2,18).
Y esa ayuda adecuada fue una mujer, otro ser humano con quien compartir sus experiencias cotidianas, alguien que podría identificarse con sus sentimientos. Al igual que Adán, todos necesitamos de otras personas en nuestra vida, gente con la cual reír, llorar, pasear, compartir nuestros logros y fracasos. Sentimos alegría y satisfacción cuando estamos con ellos.
El tema de la amistad está presente en la Biblia. Repacemos algunos testimonios bíblicos sobre la amistad: 1. La amistad de Jonatán y David es un ejemplo resplandeciente del amor sacrificial y leal; 2. La amistad entre Elías y Eliseo. Eliseo tuvo el privilegio de entrenar y servir junto al gran profeta Elías. 3. La amistad entre Pablo y Timoteo. Pablo era el mentor de Timoteo. La definición de un mentor es un “consejero sabio y confiable o maestro, un partidario o patrocinador influyente”. Su amistad triunfó debido al respeto mutuo que se tenían el uno al otro. 4. La amistad entre Rut y Noemi. Su amistad ilustra la lealtad de Dios a aquellos que sirven los unos a los otros cuando son colocados juntos como una extensión de su amor en la tierra. 5. La amistad entre Moisés y Aarón. Dios nos da amigos para ayudarnos a lograr lo que tememos lograr por nuestra cuenta. Dos amigos operando por la fe a su Padre, aunque lejos de la perfección, pero imparables. El Señor los equipó a ambos, permitiendo que Aaron logrará milagros (Éxodo 7). 6. La gran amistad entre Jesús y Juan. “Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa reclinado en el pecho de Jesús.” escribe Juan de sí mismo en Juan 13,23 como parte del relato de la última cena. ¡Estaba tan cómodo con Jesús! Ojalá todos pudiéramos entender que debemos lograr ese tipo de amistad en nuestras vidas.
La Amistad sobrepasa la conveniencia al llamado. La lealtad y la confianza son factores importantes en la amistad. Mientras más confiables seamos, más se nos confiará. Algunos sabios consejos para alimentar una buena amistad y aprendamos a ser amigos genuinos que traen bendición y alegría a los demás.
- Escoger bien: el que con sabios anda, sabio se vuelve; el que con necios se junta, saldrá mal parado. (Pr 13,20); b) Rechazar los chismes: El perverso provoca contiendas, y el chismoso divide a los buenos amigos. (Pr 16,28); c) Perdonar: El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos. (Pr 17,9); d) Acompañar en las buenas y en las malas: En todo tiempo ama el amigo; para ayudar en la adversidad nació el hermano. (Pr 17,17); e) Reconocer a los verdaderos: hay amigos que llevan a la ruina, y hay amigos más fieles que un hermano. (Pr 18, 4); f) Vigilar la conducta: no te hagas amigo de gente violenta, ni te juntes con los iracundos, no sea que aprendas sus malas costumbres y tú mismo caigas en la trampa (Pr 22, 24-25).
El Señor Jesucristo nos dio la definición de un verdadero amigo: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” (Jn 15, 13-15). ¡Esa es la verdadera amistad!.