El Espíritu Santa libera el corazón y suscita la alabanza
La prédica inicia explicando que Jubileo viene de la palabra yobel, que significa “cuerno de carnero”. Cuando ese cuerno sonaba, proclamaba el perdón de Dios.
El predicador subraya que el perdón es declarar inocente al culpable para volver a empezar, pero, sobre todo:
“El perdón es un regalo que me doy a mí mismo, porque el dolor ya no me afecta y suelto el resentimiento.”
1. Vivir con esperanza (Jeremías 29:4)
El profeta invita al pueblo en exilio a mantener la esperanza:
Construir, avanzar y no dejar cosas inconclusas.
Cuidar lo que Dios nos regala, porque el bienestar del entorno es también el nuestro.
No escuchar a falsos profetas que siembran miedo; Dios siempre habla esperanza.
La prédica pide no ser “dificilitadores”, sino entregar nuestras heridas a Dios.
2. Planes de paz y sanación interior
Dios anuncia: “Conozco los planes que tengo para ustedes, planes de paz y esperanza.”
La sanación interior es definida como recordar el pasado sin dolor, reconociendo el aprendizaje que deja.
3. Dos malas reacciones al dolor
El odio, que amarga y oscurece.
La indiferencia, que evita enfrentar lo que duele.
Se afirma que es necesario abrir la herida para que el Espíritu Santo sane.
4. Pasos de sanación interior (Ezequiel 36:24-28)
Poner los pies en la tierra: volver al propósito y reconocer la herida desde Cristo.
Purificación y conversión: encontrar un Amor (Jesús) que lo transforma todo.
Recibir un corazón nuevo: dejar que Dios gobierne la vida, pasando de la dureza a la docilidad.
Reconocerme hijo de Dios: saberme amado sin mendigar afecto; mi identidad y felicidad vienen de Jesús.
5. La sanación es obra del Espíritu Santo
Nadie se sana solo. La transformación verdadera ocurre porque Dios pone en nosotros un espíritu nuevo y un corazón nuevo.