https://youtu.be/o16isGtRBTU
Liberados para vivir en la luz de Cristo
Cada creyente tiene una necesidad esencial: ser un hombre o una mujer repleta del Espíritu Santo, no solo de forma ocasional, sino de manera constante, diaria y profunda. Es de importancia absoluta de vivir llenos del Espíritu Santo y mantener una vida espiritual activa, firme y perseverante.
El Espíritu Santo de Dios está presente en ese lugar, derramando paz, amor, fortaleza y libertad sobre quienes lo buscan con sinceridad. Abramos el corazón y dejemos que Dios obre en cada área de nuestra vida, no nos resistamos a Su presencia, recibámosla con fe.
La oración es un arma espiritual fundamental, capaz de transformar realidades, derribar muros, dar claridad en medio de las dificultades y hacer más liviana la cruz que cada persona carga. Una vida sin oración se vuelve pesada, confusa y frágil, mientras que una vida de oración genera paz, decisión y victoria. Asimismo, el ayuno y la oración son prácticas poderosas que abren puertas espirituales y fortalecen el espíritu frente a cualquier ataque.
Jesús es Señor, Salvador y Libertador, y quien se refugia en Él nunca está solo. Nuestra identidad de creyente es: “Yo soy de Jesús”, una afirmación que trae libertad al hogar, fuerza contra el mal y seguridad frente a los desafíos. Los cristianos estamos rodeados por la presencia de Cristo en todo momento: delante, detrás, a la derecha y a la izquierda, Dios nunca abandona a sus hijos.
Daniel, quien, a pesar de la oposición y del decreto que prohibía orar, permaneció fiel a Dios. Su perseverancia lo llevó a ser librado de la boca de los leones, mostrando que la fidelidad y la constancia en la oración traen protección sobrenatural. El ejemplo de Daniel es una inspiración para animarnos a todos a mantenernos firmes sin importar las presiones externas.
Además, la vida cristiana está llamada a ser un Pentecostés diario, es decir, a vivir bajo la guía, la fuerza y la renovación continua del Espíritu Santo. Confiemos en la voluntad de Dios, aun cuando no comprendamos completamente los planes o los tiempos, porque Él es sabio, fiel y perfecto en todo lo que hace.
Cada persona que está aquí no está en este lugar por casualidad: Dios mismo los ha llamado, los ha elegido y tiene un propósito para cada uno. Proclamamos libertad para las familias, fortaleza para los corazones cansados y esperanza para los que atraviesan pruebas. Con Dios, los creyentes somos más que vencedores.