Celebramos este 6 de agosto, 800 años de la pascua de Santo Domingo de Guzmán, su Dies Natalis fueel 6 de agosto de 1221. Para este jubileo pusieron como lema: «En la mesa con santo Domingo». Este lema se inspira en la tabla de Mascarella, tabla sobre la cual se pintó el primer retrato de santo Domingo poco después de su canonización (1234) por su gran amigo y admirador, el Papa Gregorio IX. «¿Qué significa para nosotros estar a la mesa con santo Domingo aquí y ahora (hic et nunc)? … ¿Cómo esta mesa se convierte en mesa para compartir la Palabra y el Pan de Vida?». Se pregunta el Maestro de la Orden Fr. Gerard Francisco Timoner.
Santo Domingo de Guzmán fue un hombre emprendedor, predicador infatigable, fundador y organizador de la Orden de Predicadores. Dejó un testamento de cómo vivir con Cristo y aprender de Él la vida apostólica. Configurarse con Cristo, esa fue la santidad de Domingo. La Ratio Formationis Generalis (2016), de los Padres Dominicos afirma que «La meta de nuestra formación es la preparación de predicadores dominicos que sean predicadores de la gracia y verdaderos testigos de Cristo» (RFG 1). Respondiendo las preguntas anteriores, veamos algunos valores fundamentales de Domingo de Guzmán para nuestro tiempo:
Ser predicadores de la gracia:
En Domingo hay un ardiente deseo que la Luz de Cristo brille para todos los hombres, su compasión por un mundo sufriente llama a nacer a su verdadera vida a través de la predicación buscando la verdad divina y humana. A la espiritualidad de su Orden pertenece el lema general veritas, de caritas veritatis. La verdad querida, apasionadamente buscada, incluso con «studium», con fervor. Amar la verdad es amar su escucha y su transmisión. Y es que el predicador ha de estar pendiente de las dos direcciones de la verdad:
1) La verdad escuchada y aprendida, que es tener capacidad de recibirla. Domingo la encuentra en la Sagrada Escritura: sabe de memoria el evangelio de San Mateo y las cartas de San Pablo. Pero también la encuentra en la gente con los que halla en su camino, incluso en los cátaros.
2) La transmisión de la verdad del predicador es la «compasión», su etimología es la misma que la palabra griega «simpatía». Las dos quieren decir «compartir sentimientos». Es decir, predicar es sintonizar afectivamente con la gente, sentir sus alegrías y sus tristezas, «sentir su química», como dicen ahora. En expresión sencilla y evangélica, significa querer a aquellos a los que se predica: no buscar ni la gloria propia, ni el triunfo de una idea, sino su salvación, su liberación.
Ser verdaderos testigos de Cristo:
La experiencia de Dios en Domingo de Guzmán se define en esta frase: «Hablaba con Dios y hablaba de Dios». Domingo pasaba noches en oración, liturgia con sus frailes; lectura de la Palabra de Dios en silencio. El silencio será para los dominicos, el pater praedicatorum y hablarán de la sanctisima silentii lex, es decir, sin silencio no hay predicación porque no hay contemplación, ni oración, ni reflexión, ni estudio. (Actualmente el Prefecto de la Congregación para el culto divino y las disciplinas de los sacramentos, el cardenal Robert Sarah, ha escrito un libro que se llama La fuerza del silencio, frente a la dictadura del ruido). La oración Domingo es una oración encarnada. Fruto del diálogo de «hablar con Dios», Domingo quería saber qué sería de los pecadores. Los hombres y mujeres estaban en su oración y nos enseña que debemos descubrir y llegar a Dios a través de la humanidad extraviada. En realidad, su predicación es oración y su oración predicación. Es una vida con dos vertientes, pero que se juntan en la cima. En ese lugar de conjunción es donde se sitúa la espiritualidad de Domingo. Santo Domingo sabía de Dios en momentos de oración individual o comunitaria. Hay una familiaridad con los suyos que avanza sin esfuerzo hacia la amistad, dice el P. Vicaire. «La amistad aparece en su vida como una aurora progresiva». Su primera fundación es un convento de mujeres contemplativas, al que llama «santa predicación». Después funda a los frailes, reconocida como «Orden de Predicadores». Domingo tiende siempre a construir comunidad, sea de frailes, sea de monjas, sea laicos, sea jóvenes, hoy conocida como Familia Dominicana. Todos estamos llamados a estar «En la mesa con santo Domingo», quien disfruta de la comunión con sus hermanos, reunidos por la misma vocación de predicar la Palabra de Dios y compartir la Mesa Eucarística.