“A todos lo que encuentren, llámenlos a la boda”

Edwin-2023.2

28º Domingo del Tiempo Ordinario

La predicación de Jesús no buscaba ni estaba orientada al adquirir un comportamiento moral determinado, sino más bien, a transmitir un mensaje religioso, profundo y comprometido, con palabras y obras, capaz de generar comportamientos y conductas nuevos en aquellos que se encontraron con él para poner de manifiesto que Dios tiene un plan de salvación para cada persona particular y para toda la humanidad en su conjunto y que ese plan pasa por la transformación del corazón, o sea de la conversión en clave religiosa. 

Lectura del libro de Isaías 25, 6-10a

 

Preparará el Señor del universo para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares exquisitos, vinos refinados.

Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el lienzo extendido sobre todas las naciones.

Aniquilará la muerte para siempre.

Dios, el Señor, enjugará las lágrimas de todos los rostros, y alejará del país el oprobio de su pueblo – lo ha dicho el Señor -.

Aquel día se dirá: «Aquí está nuestro Dios. Esperábamos en él y nos ha salvado. Este es el Señor en quien esperamos. Celebremos y gocemos con su salvación, porque reposará sobre este monte la mano del Señor».

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