El Espíritu Santo nos llena de esperanza y rompe toda oscuridad

El Espíritu Santo nos llena de esperanza y rompe toda oscuridad

 

     El Espíritu Santo es quien produce la esperanza en el corazón del cristiano, y sin Él es imposible vivir una vida plena, libre y victoriosa.

     Recuerda la historia de Saulo, perseguidor de cristianos, transformado por Dios en discípulo y enviado incluso a pueblos paganos. Este ejemplo muestra que cuando vivimos en el Espíritu, la carne ya no tiene dominio sobre nosotros y cada decisión diaria puede ser guiada por Dios.

Basado en Gálatas 2:16–25, el predicador nos exhorta a invocar al Espíritu Santo cada mañana, porque no sabemos qué traerá el día siguiente y solo en el presente podemos recibir la fuerza de Jesús.

     El Espíritu Santo como Paráclito

Se destacan sus tres significados:

  1. Divinidad: El Espíritu Santo está junto a Jesús.
  2. Guía cercano: líder, pastor, consejero, abogado, amigo y consolador.
  3. Defensor en la batalla espiritual: existen potencias espirituales que intentan vencernos, pero Jesús está con nosotros.

     ¿Para qué sirve el Espíritu Santo?

     Para capacitarnos y guiarnos en la vida cristiana.
En este año jubilar, se subraya que las puertas del cielo están abiertas: Dios concede, según Su voluntad, lo que pidamos con fe. Es tiempo de salir del confort y caminar hacia Jesús, rompiendo cadenas y obteniendo victoria.

     ¿Cómo recibir el Espíritu Santo?

     Ya lo tenemos desde el Bautismo: solo falta moverlo en la vida diaria.
Las batallas no son señal de derrota, sino indicios de la victoria de Cristo.
Un cristiano lleno del Espíritu vive firme, perseverante y fiel; y esa fidelidad lo conduce al cielo.

 Ejemplo del león

El león falla el 80% de sus intentos de caza, y aun así sigue siendo el rey de la selva.
La enseñanza es: la perseverancia lo hace rey.
El cristiano debe adoptar esta actitud:
“¡Luchar siempre, rendirse jamás, porque aún hay esperanza!”

  Fortalecer el espíritu

     Aunque el cuerpo se desgaste, el interior debe fortalecerse.
Las tribulaciones no destruyen al cristiano; lo transforman en hombre nuevo.
El mundo dice “ya no hay nada que hacer”, pero para Dios no hay imposibles.

   Cristiano “pipoca” vs. cristiano del Espíritu

     El cristiano “pipoca” vive de emociones pasajeras.
Quien vive en el Espíritu mantiene un entusiasmo constante y renovado cada día.
La clave es renovar el “sí”, como en el matrimonio: no permitir que la costumbre enfríe el amor.

Inspirándose en el Padre Pío: “Al pasado: gratitud; al presente: entusiasmo y al futuro: esperanza”

Todo pasa, pero la Palabra de Dios permanece y nunca decepciona.

Actitud del creyente

  • Ser valiente
  • Tener mucha fe
  • Preocuparse menos
  • Rechazar la tribulación con autoridad espiritual: “¡Afuera!”

     Dios puede todo, y la oración es poderosa, pero hay que hacer nuestra parte: renunciar al pecado.

Como en las bodas de Caná, antes del milagro los sirvientes tuvieron que llenar las tinajas. Así también el cristiano debe esforzarse y avanzar con los ojos fijos en Jesús, sin desviarse ni a derecha ni a izquierda.

     Finalmente, no tener miedo a la muerte, sino a vivir en esperanza, con la mirada puesta en Jesús y la vida eterna que nos promete.

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