En esta ocasión es reflexionaremos acerca de la palabra de ciencia o conocimiento, que es un regalo de Dios por medio del Espíritu Santo. Es una palabra que uno recibe de parte de Dios para poder ayudar a otra persona o un grupo de personas que están pasando un momento difícil. La persona siente que debemos orar o ir a apoyar al necesitado. Recuerdo cuando estuvimos en un grupo de oración en la ciudad de Sucre, cantando en el don de lenguas. Hicimos silencio y un hermano recibió la palabra de ciencia y nos dijo: «que debemos orar mucho por tal familia, que está pasando una situación muy difícil, necesita nuestra ayuda». Una semana después nos enteramos de qué familia se trataba y qué problema tenían. Gracias a esas oraciones se salvaron como un milagro. La palabra de ciencia «es una revelación sobrenatural en situaciones, hechos, sucesos pasados, presentes o futuros que no son conocidos por medios humanos y que Dios los revela a nuestra inteligencia» (Seminario de vida en el Espíritu Santo, pág. 133. Perú). El Dios de bondad nos convoca para apoyarnos y ayudarnos en las necesidades que uno puede pasar. El texto de ICCRS, en pág.48, nos dice: «La palabra de ciencia también puede hacer referencia al conocimiento sobrenatural de ciertos hechos, tales como el conocimiento de Jesús del pasado de la mujer samaritana, cuando le dice: «Bien has dicho que no tienes marido, porque has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es marido tuyo; en eso has dicho la verdad» (Jn 4, 17-18).
Dios en su bondad se manifiesta porque quiere participarnos conocimientos concretos con el fin especial, los cuales comunica a nuestra mente como si fuera el diagnóstico de un problema, de un estado de ánimo o de una situación. Este conocimiento exige ser comunicado a los demás. Recordemos el caso del profeta Natán, quien descubre el pecado del Rey David. Natán recibe la palabra de ciencia, así se entera del problema del Rey y se fue a hablar: «Tú eres ese hombre» (2Sam 12, 7). A demás conoce que ha sido perdonado: «Yahvé ha perdonado tu pecado; no morirás» (2Sam 12, 13). Recordemos el caso de la mujer hemorroísa que se acerca a Jesús por detrás; «si logro tocar, aunque sea sus vestidos, me salvaré», se abre el camino y logra tocar. Jesús recibe la palabra de ciencia y dice: «¿Quién me ha tocado los vestidos?» (Mc 5, 28-32). En otro caso, podemos ver a Jesús frente a la necesidad de una casa, porque llegó el tiempo de preparar la cena Pascual y los discípulos le preguntaron: «¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de Pascua?, Jesús recibe la palabra de ciencia, envía a dos de sus discípulos y les dice: «vayan a la ciudad; les saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; síganlo y allí donde entre, digan al dueño de la casa: El Maestro dice:¿Dónde está mi sala, donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?» (Mc 14, 12-15). Otro caso: Jesús está orando en Getsemaní, recibe la palabra de ciencia y sabe que están de venida para tomarlo preso, les dice a sus discípulos: «¡Levántense! ¡vámonos! Miren, el que me va a entregar está cerca» (Mc 14, 42).
En las primeras comunidades, el Espíritu Santo siempre les regaló la palabra de ciencia. Así encontramos a Pedro que recibe esta palabra de ciencia y les descubre la mentira de Ananías y Safira que vendieron el terreno y desean entregar una parte del dinero a la Iglesia (cf. Hch 5, 3-4). El caso de Ananías que vive en Damasco, quien tiene un conocimiento sobrenatural de la presencia de Saulo en Damasco y de su conversión. «El Señor le dijo: levántate y vete a la calle Recta y pregunta en casa de Judas por uno de Tarso llamado Saulo; mira que está en oración y ha visto que un hombre llamado Ananías le imponía las manos para recobrar la vista» (Hch 9, 10-12). Nosotros hemos visto a los predicadores de sanación y dicen: «El Señor me dice que hay una persona que esta sanando, así y así». Bendiciones hermanos.