Nuestro tiempo en las manos de Dios

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Hace unos años, cuando me tocó retirarme de un trabajo; el gerente, en presencia de mis colegas, después de las palabras alusivas, dice: “Gracias por regalar tu tiempo a esta empresa”, sí, el tiempo, el ritmo diario es valioso. Digo tiempo y ritmo, porque en lo cotidiano ellos van de la mano.

Tanto el ritmo de la naturaleza, como el ciclo de nuestra vida y el ciclo anual del calendario litúrgico nos muestran que en todo momento los seres humanos estamos en manos de Dios y nos ponemos en las manos de Él (Cfr. Anselm Grün. Vivir sencillamente. Santander. Sal Terae.2011. 292-295) Nuestro tiempo es un regalo que Dios nos hace minuto a minuto. “Mi tiempo está en tus manos” (Sal 31,6) dice el salmista – en otras traducciones utilizan “destino”, “porvenir”, en lugar de tiempo-. Así es, en todo momento estamos en las manos de Dios. Todos los tiempos son buenos, porque todos reciben la bendición divina.

Llega el año 2022, el tiempo se va rápido y el ritmo continúa abriendo camino. “Todo tiene su tiempo” afirma el libro de Eclesiastés, hacia el año 180 a.C. Para muchos es momento de dar tiempo a nuestros planes, de planificar el ritmo con que alcanzaremos nuestra meta.

“Todo lo hizo hermoso a su tiempo y dio al hombre el mundo para que pensara; pero el hombre no abarca las obras que hizo Dios desde el principio hasta el fin” (Ecle 3,11). Todo tiempo es bueno. Pero nuestra tarea consiste en encajar en el tiempo que me corresponda: como tiempo que Dios ha dispuesto para mí.

Al comienzo de cada año alimentamos la esperanza de que Dios renueve el tiempo perdido y el ritmo acelerado que no nos permitió disfrutar lo cotidiano de la vida.

El tiempo no se puede almacenar. Simplemente transcurre. Se dice que cuando nacemos somos ricos en tiempo, puesto que tenemos toda la vida por delante, pero nadie puede cuantificar esa riqueza, ya que nadie puede saber cuánto va a durar la vida de una persona.

Cuando ponemos nuestro tiempo y ritmo en las manos de Dios, estamos esperanzados en el tiempo de Dios, en su kairos. Nuestro tiempo es cronos, cantidad; el tiempo de Dios (Kairos) es calidad. Kairos es el tiempo oportuno, adecuado, apropiado, puntual, preciso, exacto, justo, y diseñado desde el cielo, dónde Dios interviene en la vida de las personas de una manera sobrenatural y poderosa. Es un tiempo diseñado en el cielo, que se manifiesta en la tierra, para bendición de los hombres. Esto también nos invita a preparar nuestro tiempo y ritmo para abrirnos al tiempo de Dios.

Cuando colocamos nuestro tiempo en las manos de Dios suceden cosas. Dios como soberano y Señor interviene en nuestro tiempo para realizar sus planes, y cumplir sus promesas. Así que cuando tengamos un proyecto sin importar si es grande o pequeño, por simple que parezca, debemos pedir la guía y dirección del Señor. Por eso hay que aprender a escucharlo, aprender a reconocer su voz, cuando nos está diciendo: ¡Este es el tiempo perfecto! . Entonces es la señal que ha llegado a nuestras vidas, el Kairos de Dios. “El tiempo de Dios es perfecto”. Por eso: “Quédate quieto en la presencia del Señor, y espera con paciencia a que él actúe… No pierdas los estribos, que eso únicamente causa daño.” (Sal 37:7-8)

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