Comenzamos en este mes el tiempo de Cuaresma, inicio y continuidad del camino hacia la Pascua. Inicio en cuanto otra cuaresma de la vida personal, continuidad porque es un solo tiempo el que tenemos, el que Dios nos da para vivir en comunión con él.

La palabra sonética está inspirada en las lecturas del miércoles de Ceniza. El profeta Joel (2,12) en nombre de Dios pide «vuelvan a mí de todo corazón»; Pablo suplica en nombre de Cristo, «abran sus corazones para recibir el perdón de Dios»; el evangelista Mateo (6, 1-6.16-18) rescata le enseñanza de Jesús acerca de las prácticas sobre la oración, el ayuno y las obras visibles de la caridad realizadas en profunda comunión con Dios que ve en lo secreto y recompensa cada acción auténtica hecha en su nombre.

Vuelvo a ti con el corazón rasgado
le puse parches de otras sabidurías
mezcladas de ungüentos e ideologías
ninguna de ellas me ha sanado

Ningún sanador conoce mi corazón
lo ven parecido a otros destrozados
una y mil veces remendados
con hilos discursivos de la razón

Una voz en lo secreto me recordó
soy creatura tengo un creador
soy hijo de un Padre puro Amor

Por la fe y la esperanza vuelvo yo
en lo secreto a dialogar con mi Señor
conforme enseñó el Salvador

La palabra sonética está inspirada en las lecturas del miércoles de Ceniza. El profeta Joel (2,12) en nombre de Dios pide «vuelvan a mí de todo corazón»; Pablo suplica en nombre de Cristo, «abran sus corazones para recibir el perdón de Dios»; el evangelista Mateo (6, 1-6.16-18) rescata la enseñanza de Jesús acerca de las prácticas sobre la oración, el ayuno y las obras visibles de la caridad realizadas en profunda comunión con Dios que ve en lo secreto y recompensa cada acción auténtica hecha en su nombre.

Volver a Dios es sinónimo de conversión, redirección de los pasos por el camino correcto que ha señalado Jesús, Dios y hombre verdadero, semejante a nosotros, excepto en que él no cometió pecado. Volver con humildad al reconocer que sin Dios no es posible hacer algo bueno. Se hacen cosas interesantes que pierden todo interés cuando se derrumban por sí solas. Volver a Dios para reconocer su poder y su acción creadora con amor, porque es quien nos conoce bien para sanarnos de todas las heridas.

Cuaresma puede ser camino de vuelta a Dios, camino con experiencia de tropezones, búsquedas, inquietudes no resueltas. Encuentro con ofertas de diversos tipos de salud y bienestar físico y espiritual. Todo eso es parte de la vida que aún nos queda. Gran oportunidad para enfatizar la oración como medio de comunicación con Dios. Oración personal y oración en comunidad. En lo secreto con quien sabemos que nos ama como a hijos; ahí, en ese espacio sagrado de lo secreto somos conscientes de un diálogo con alguien en quien podemos confiar y puede sanarnos de la enfermedad visible y de la invisible.

En la persona de Jesús la cuaresma está en relación con los cuarenta días de retiro en el desierto, donde fue conducido por el Espíritu después de ser bautizado por Juan el río Jordán. Vamos, por tanto, nosotros también a vivir esa experiencia en la que sólo Dios basta y dejémonos sorprender por la palabra dominical en el recorrido cuaresmal. Primer domingo (Lc 4,1-13), las tentaciones con diversos rostros del «demonio retórico» que desafían el poder de Dios. Segundo domingo (Lc 9, 28b-36), la subida a orar en el monte con Pedro, Juan y Santiago, donde también se presentan visibles Moisés y Elías, gran experiencia transfiguradora en la que se adelanta el bienestar del Reino y se tiempla el carácter para más adelante cuando llegue la hora de la pasión y no desfallecer. Tercer domingo (Lc 13, 1-9), llamada a la conversión porque en cualquier momento llega la hora de la pascua por causas distintas.

La muerte llegará de un modo u otro no como castigo, sino por condición finita de la naturaleza humana, por eso el llamado a estar preparados. Cuarto domingo (Lc 15, 1-13.11-32), tres ejemplos de aplicación de la misericordia, de manera especial el que toca los afectos y sentimientos más profundos como la relación padre hijos. Quinto domingo (Jn 8,1-11), Misericordia et misera, bello encuentro de Jesús con la mujer adúltera, Dios y el pecador juzgado y condenado por otros pecadores, aunque el que no cometió pecado sin condenar envía a vivir la experiencia del encuentro frente a frente con el amor.

La liturgia de la iglesia es la más bella expresión de encuentros provocadas en lo secreto y hechos visibles en ritmos y secuencias para ayudarnos a entrar en el misterio insondable del encuentro con el Otro.

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