Este carisma de las visiones es un regalo del Espíritu de Dios a ciertas personas, sobre todo cuando son encargadas de un ministerio en servicio de la Iglesia. Muchas veces, hemos escuchado a los encargados de grupos de oración, a los asesores de la Renovación Carismática, párrocos y hasta obispos. Simplemente dicen que no creen en este don maravilloso. Dios se vale de ciertos carismas para hacer notar su presencia y su compañía a sus servidores. Recuerdo un testimonio de una hermana en la fe, cuando fue invitada para orar por una joven que estaba con problema en la familia. En la casa estaban orando, la hermana vio una muñeca y sintió que en esa muñeca estaba la brujería. Cuando la sacaron y quemaron, desapareció el mal en la casa y la enfermedad de la joven. Esto me trae a la memoria lo que pasó con Ananías en Damasco y también con Saulo. Primero en la visión, el mismo Señor le habla a Ananías (Hc 9, 10). Luego vemos, que también Saulo ha tenido otra visión, por eso, el Señor le dijo a Ananías:
«Levántate y vete a la calle Recta y pregunta en casa de Judas por uno de Tarso llamado Saulo, mira, está en oración y ha visto que un hombre llamado Ananías entraba y le imponía las manos para recobrar la vista»
(Hc 9, 11-12)
Entonces, no podemos decir: «no me vengan que han tenido una visión». Esto es una incredulidad a las manifestaciones de Dios. No olvidemos que también, un pagano, centurión Romano, Cornelio, un hombre piadoso y temeroso de Dios, cuando estaba orando: «vio claramente en visión, hacia las tres de la tarde, que el ángel de Dios entraba a la casa y le decía: «Cornelio» (Hc 10, 3). En esta visión el Señor le habla para decir que mande hombres a Jope a buscar a Simón llamado Pedro. Cornelio obediente al Señor, al día siguiente, manda a buscar a Pedro. Mientras tanto, Pedro también tiene una visión, ve el cielo abierto y que bajaba hacia tierra una cosa, así como un lienzo, atado por las cuatro puntas. Dentro de él, había cuadrúpedos, reptiles y aves del cielo. Que le manda Pedro que sacrifique y coma… (Hc 10, 9-16). Pedro se pone en apuros sobre qué significa esa visión. (Hc10, 17). Aunque este acto de Pedro le traerá susceptibilidades entre los otros apóstoles y hermanos residentes en Judea. Pedro tuvo que contar su visión y por eso entró en la casa de los paganos y estos se convirtieron y se bautizaron (Hc 11, 1- 18). El Señor siempre regala este don de la visión, para el servicio de los demás. Cuantas veces escuchamos testimonios muy bonitos de las experiencias de los servidores. Siempre es para ayudar a los demás miembros de la Iglesia.
Por eso, no vale la pena descartar de golpe; lo mejor es saber discernir, si es de Dios o no es de Dios esta visión. No olvidemos que cuando Pablo está en Asia menor, el Señor no lo dejó avanzar a los pueblos que deseaba llegar, le hizo quedarse en Tróade: «Por la noche Pablo tuvo una visión: un macedonio estaba de pie suplicándole: «Pasa a Macedonia y ayúdanos». En cuanto tuvo la visión, inmediatamente intentaron pasar a Macedonia» (Hc 16, 9-10). Pablo ha utilizado muy bien este regalo de Dios por el Espíritu Santo, el carisma de la visión. En Corinto, «el Señor dijo a Pablo durante la noche en una visión: no tengas miedo de hablar en las calles, porque yo estoy contigo y nadie te atacará para hacerte el mal, porque tengo yo un pueblo numeroso en la ciudad» (Hc 18, 9-10). Pablo tienen que gloriarse por estos carismas que el Señor le ha regalado para su servicio, él no desperdició para nada, sino que las supo utilizar muy bien para la gloria de Dios: «¿Que hay que gloriarse? -aunque no me trae ninguna utilidad- pues vendré a las visiones y revelaciones del Señor» (2Co 12, 1). No olvidemos que también hay una leyenda sobre el Papa Inocencio III, quien tuvo la visión de ver a Francisco y Domingo sosteniendo un templo que está por caerse, y vio que es necesario aprobar las fundaciones de estas comunidades, para sostener la Iglesia de su tiempo. (cf. www.dominicos.org). Bendiciones, hermanos.