Llenos del Espíritu Santo, con Domingo y San José, compartamos el banquete del Señor

«Las 62 puertas que hay en El Pahuichi, son para que los fieles al salir de la Eucaristía salgan a Evangelizar»
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El título de este artículo es el lema del XLII Encuentro Internacional del Nuevo Pentecostés del 2021. Continuando con el anterior artículo que era sobre la figura Santo Domingo y San José, dos hombres llenos del Espíritu Santo. Esta vez reflexionaremos sobre: «Llenos del Espíritu Santo compartamos el Banquete del Señor».

Este año jubilar de los 800 años de la Pascua de Santo Domingo (1221-2021), el tema de la celebración del jubileo es «En la mesa con Santo Domingo». Este tema se inspira en la Tabla della Mascarella. Fr. Gianni Festa, O.P. explica que esta «Tabla» fue pintada poco después de la canonización de Santo Domingo en julio de 1234 y se trata de la representación más antigua de Santo Domingo con sus frailes. En el centro aparece representado Santo Domingo con la aureola, seguido a ambos lados por grupos de frailes predicadores, los cuales se encuentran sentados a lo largo de una mesa cubierta de panes. Gracias a la representación de los rostros, los frailes parecen provenir de diversas partes de Europa. El significado de la pintura se inspira en el Prólogo de la Leyenda de Pedro Ferrand (inspirado en la Bula de Canonización de Santo Domingo): «En una ocasión, Dios, habiendo llegado los últimos días o la hora undécima e invitando a los elegidos de muchas formas y de varios lugares a un banquete, envió a su servidor para que avisase a los invitados de que ya podían entrar, puesto que todo estaba listo. En la interpretación de San Gregorio Magno, este servidor es una Orden de Predicadores, la cual debe ser enviada para advertir a las almas de los hombres del inminente advenimiento del Juez en los últimos tiempos. La Escritura, de hecho, predijo claramente que habría una nueva Orden de Predicadores, la cual debería ser enviada al fin del mundo, cuando se afirma: «Envió a su siervo a la hora de la cena» […] Una nueva Orden, por tanto, es enviada a la hora de la cena […] Estos son los predicadores…» (cf. «En la mesa con santo Domingo», https://dominicus800.op.org/es/en-la-mesa-con-santo-domingo/).

Tabla de la Mascarella

Sin duda podemos decir que santo Domingo gustaba compartir la mesa con sus hermanos, sea frailes, sea monjas, sea religiosas, sea laicos, sea jóvenes. Lo mismo que san José gustaba compartir la mesa con Jesús y la Virgen María. Así también nosotros, venidos de todos los departamentos de Bolivia y de otros países de Latinoamérica y Europa, en este Gran Encuentro Internacional del Nuevo Pentecostés, «Llenos del Espíritu Santo, con Domingo y San José, compartamos el Banquete del Señor». Para luego, después de la cena con el Señor, podamos ser enviados a predicar la Palabra de Dios con todos aquellos que buscan a Dios.

Card. Julio Terrazas, homilia en La Mansión

En la inauguración de un Encuentro, el Cardenal Julio Terrazas dijo que «las 62 puertas que hay en El Pahuichi, son para que los fieles al salir de la Eucaristía salgan a Evangelizar» (La Mansión, Gran Encuentro Internacional del Nuevo Pentecostés, Soy Feliz, Cristo me Liberó, «Homilía del Cardenal Julio Terrazas», [DVD-VIDEO], Santa Cruz, 2001, en A. TORREZ ROCA., Una Corriente de Gracia, en la Iglesia y para la Iglesia, 2ª edición: 124).

«Ite, missa est», cuyo significado es: «de la Misa a la Misión» (cf. MISAL ROMANO, Ordinario de la Misa), así concluye la celebración eucarística. San Juan Pablo II muestra cómo la participación piadosa y consciente en la eucaristía constituye el impulso decisivo para la misión apostólica: «Al recibir el Pan de vida, los discípulos de Cristo se disponen a afrontar, con la fuerza del Resucitado y de su Espíritu, los cometidos que les esperan en su vida ordinaria. En efecto, para el fiel que ha comprendido el sentido de lo realizado, la celebración eucarística no termina sólo dentro del templo. Como los primeros testigos de la resurrección, los cristianos convocados cada domingo para vivir y confesar la presencia del Resucitado están llamados a ser evangelizadores y testigos en su vida cotidiana […] Se siente deudor para con los hermanos de lo que ha recibido en la celebración, como los discípulos de Emaús que, tras haber reconocido a Cristo resucitado “en la fracción del pan” (cf. Lc 24,30-32), experimentaron la exigencia de ir inmediatamente a compartir con sus hermanos la alegría del encuentro con el Señor (Lc 24,33-35)» (Juan Pablo II, Carta Apostólica Dies Domine, n. 45).

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