Existe un precioso himno medieval titulado Sancti Spiritus adsit nobis gratia, que se traduce: «La gracia del Espíritu Santo esté presente entre nosotros», es una de las secuencias melódicas de la Edad Media para la fiesta de Pentecostés.
Si, «La gracia del Espíritu Santo esté presente entre nosotros», en el, XLII Gran Encuentro Internacional de Nuevo Pentecostés, con el lema: «Llenos del Espíritu Santo, con Domingo y San José, compartamos el banquete del Señor».
Las puertas de La Mansión (la Casa Grande, como yo la llamo de manera particular) se abren de par en par, para recibir a los creyentes que desean experimentar la Gracia del Espíritu Santo. Y es que nosotros, la Iglesia y el mundo necesitamos del Espíritu Santo. El 24 de mayo de 2015, en la Fiesta de Pentecostés, el Papa Francisco decía: «El mundo tiene necesidad de hombres y mujeres no cerrados, sino llenos de Espíritu Santo, que luchen contra el pecado y la corrupción».
Nosotros, en el Encuentro del Nuevo Pentecostés, de manera particular, nos llenamos del Espíritu Santo, junto a Santo Domingo de Guzmán y San José, santos invadidos por la gracia de Dios y su Espíritu.
En el modo de ser de Santo Domingo de Guzmán, encontramos muchas evidencias que estuvo conforme al accionar del Espíritu Santo. Ej.: Domingo en el séptimo modo de orar pedía a Dios para los frailes de su Orden los siete dones del Espíritu Santo. Santo Domingo desde joven deseó ardientemente la Sabiduría; este don hizo a Domingo totalmente cristocéntrico e hizo que concentrara en él todo su amor. El don de Inteligencia le hace ver con ojos iluminados por el Espíritu Santo y el corazón disponible a los misterios de fe. El don de Ciencia llevó a Domingo a comprender la vida y el mundo entero relacionados con Dios. El don de Consejo ayudó a Domingo en poder acertar en la vida espiritual con una mirada clara. Ej.: Domingo después de orar e invocar al Espíritu Santo envió a sus frailes a distintas ciudades (Pentecostés dominicano). El don de Piedad hace de Domingo un hombre hecho de oración. Los que lo veían orar se quedaban impactados. Alguien resumió su impresión en nueve gestos o modos de orar que captó en el Santo. El don de Fortaleza hizo que Domingo en un momento de encrucijada deseara el martirio, pero el mayor acto de fortaleza en su vida es el de no tener habitación propia. El don de Temor de Dios hizo de Domingo un hombre libre; no es extraño que gritara por las noches en su oración profunda. (Chus Villaroel, OP. «Los dones del espíritu Santo en Santo Domingo», en Atudium. Vol. LVI. 2016. Fascículo 2: 17-57)
Por otro lado, nos preguntamos, ¿Qué obra realizó el Espíritu Santo en San José? Aceptar y acoger a María, amándola desde el primer momento, entregándose a ella con devoción de esposo, cuidándola para que aquella semilla de Amor que Dios había plantado en su interior en forma de Hombre pudiera desarrollarse en toda su integridad. José, iluminado por la luz del Espíritu, pudiendo gloriarse de ser padre de Dios, vivió una vida oculta, trabajando en el taller de Nazaret, como padre y esposo, viviendo su vida cotidiana. Afrontó las dificultades a la luz del Espíritu, atento en el silencio de la oración la realidad de los acontecimientos que le tocaba vivir. San José cumplió su misión en el Espíritu, mientras que el Espíritu Santo habitaba en su corazón y hacía allí su morada; lo hizo a través de María y Jesús a quien Dios dio en custodia.
Envía Señor tu Espíritu Santo, llena nuestras mentes y corazones al igual que Santo Domingo y San José. Amen.