El Don de interpretación de lenguas

“...captar el sentido del mensaje de lo que otros dicen en lenguas. Ya sea en oración o en el canto..."
mural pentecostes la mansion don de interpretacion

El don de interpretación de lenguas no es traducción de las lenguas, sino captar el sentido del mensaje de lo que otros dicen en lenguas. Ya sea en oración o en el canto. Los intérpretes escuchan a los que cantan u oran en lenguas y captan la alabanza a Dios, cómo están glorificando al Señor. Lo mismo pasa cuando están alabando, aparentemente sólo es un murmullo, pero los que tienen el don de interpretar, dicen que uno decía esto, el otro dice esto. Cuando alguien da un mensaje a la comunidad, o da una profecía de parte de Dios a los oyentes, tiene que haber un intérprete. San pablo dice que si no hay un intérprete es mejor callar (1Cor 14, 28). Tengo como ejemplo: en los retiros de carnaval, cuando la hermana Esther Suárez daba un mensaje a la comunidad, el hermano Walter Vargas lo interpretaba y decía: «La hermana nos está diciendo esto a la comunidad». Los padres Cris y Daniel nos aclaran que la interpretación no es traducción, sino entender el sentido de lo que se dice, además puede uno cantar en lenguas y dar la interpretación también cantando. Además, en la oración en lenguas puede haber revelaciones o profecías. Mayormente expresan la alabanza y gratitud, para edificar o corregir a los otros (cf. el libro La vida de los padres Cris y Daniel, pág. 402). 

En el texto del Seminario de Vida en el Espíritu Santo de Perú, cuando habla del don de interpretación de lenguas nos dice: «Si alguien pronuncia un mensaje en lenguas se necesita una interpretación. Quien tiene este carisma, comprende el sentido de quien habla en lenguas y por una inspiración distinta del Espíritu da lo sustancial del mensaje, sin que por ello se trate de una «traducción» del mensaje en lenguas. Hay que seguir el consejo de San Pablo que exige interpretación para todo mensaje en lenguas (cf. 1 Co 14, 13. 27-28), a diferencia de la oración en lenguas que, como se dirige a Dios, no exige interpretación» (pág. 138).

En mi experiencia en La Mansión, sobre todo en los retiros de carnaval, después de un canto en lenguas muy profundamente, nos quedábamos en silencio, esperando que alguien tenga un mensaje o profecía, alguien se levantaba y cantaba en lenguas o solo hablaba en lenguas, y otro se levantaba y daba su interpretación del mensaje para la comunidad, en primera persona de parte de Dios. Después de escuchar, respondíamos gracias, Señor. Y se daba un aplauso.

El padre Alberto Ibáñez, S.J. en su libro Lenguas III, para crecimiento personal, cuando habla de interpretación nos dice: «Interpretar no es traducir. Es proyectar el lenguaje preconceptual del Espíritu al lenguaje convencional del entendimiento. Las palabras suelen venir una después de otra, sin elaboración racional, o se experimenta el sentido general del mensaje, quedando a uno el trabajo de exponerlo. Continúa citando a Carlos Aldunate y R. Valenzuela E. «No es el futuro de un esfuerzo por comprender; es algo que se recibe de Dios por inspiración, como la profecía. Viene inesperadamente y persiste.  Toma diferentes formas: puede ser una idea, o una imagen, o escuchar las palabras, o verlas por escrito, o ir recibiéndolas poco apoco. El intérprete se siente inspirado a hablar: es la unción. A veces duda, vacila, se calla. A veces varias personas reciben interpretación o interpretaciones complementarias» (pág. 179). Para p. Alberto, este carisma es importante para los que dirigen los grupos de oración: «porque el que preside suele estar dando interpretaciones con las alabanzas que él pronuncia en voz alta y sirven al mismo tiempo para enfervorizar a los que no tienen el don de lenguas. Porque –al fin y al cabo – lo que cada cual está diciendo son alabanzas a Dios. El que practica este don, debe aprender a percibir por sus sentimientos interiores si está alabando, agradeciendo, intercediendo, exorcizando o profetizando, y si es un mensaje de consolación, exhortación o instrucción» (pág. 180). Muchas veces aparecen varios intérpretes, que deben respetarse cuando son más de uno, y es misterioso el hecho de que uno se detiene de improviso, sin haber ni siquiera terminado el periodo y otro arranca donde ha dejado el primero. Bendiciones hermanos.       

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