Los meses pasados, han sido meses donde he experimentado, junto a amistades cercanas, el sufrimiento, el dolor, el duelo, el vacío, la incertidumbre, por la pérdida de un ser querido a causa del Covid – 19. Pero lo paradójico de esta vida, es que ella continua, con o sin ellos; la vida no se detiene.
Llega el mes de agosto, el pueblo boliviano celebra su fiesta Patria; pero también es el mes de celebrar a Santo Domingo de Guzmán: la Familia Dominica se viste de blanco negro, los colores que la identifican.
En este propósito, quiero quedarme con una de las virtudes descritas por testigos y escritores de la hagiografía de Santo Domingo de Guzmán, esta es, la compasión entendida como la respuesta al sufrimiento: Santo Domingo de Guzmán, en una ocasión, angustiado por el sufrimiento que estaba causando la hambruna, no dudó en vender sus preciosos pergaminos para ayudar a los pobres. Pero también, de noche hablaba siempre con Dios, del sufrimiento de los hombres – él sufre, llora, se mortifica y disciplina – y de día hablaba de Dios a los hombres con alegría. Los nueve modos de orar de Santo Domingo sirven para conocer mejor el espíritu de oración y la virtud de compasión en el santo. Santo Domingo comprendió que el Evangelio nos dice que para ser felices no hay que evitar la realidad que nos rodea, sino que, a partir de ella, no obviarla, sino hacerla presente.
A muchos de nosotros, nos ha tocado estar frente a la experiencia personal de sufrimiento, dolor, angustia, pérdida o duelo, y de ello sabemos que golpea muy duro; también lo sabía Santo Domingo de Guzmán.
Y es que la pérdida, el sufrimiento o la muerte es especialmente difícil, no porque duela, sino porque destruye y desorganiza el mundo personal, en mayor o menor medida según lo que el fallecido participara del doliente. Los especialistas indican cinco fases del duelo. La cuarta fase del duelo es la cicatrización. Este periodo, es el momento de la aceptación intelectual y emocional de la pérdida, y un cambio en la visión del mundo, con nuevas realidades, con nuevas actitudes y maduras. Es en esta etapa donde se retoma el control de la propia vida, dando paso a una última etapa: la transformación. (Cfr. Jorge Montoya Carrasquilla, El duelo. Colombia. Ed. Paulinas. 2017. 27-77).
Sin embargo, el sufrimiento, el dolor, el duelo, es mucho más amplio que una enfermedad o una pérdida, más complejo y a la vez aún más profundamente enraizado en la humanidad misma.
Nosotros los creyentes estamos llamados, al igual que los santos, a encontrar en el sufrimiento, el dolor, el duelo, un sentido salvífico (Col 1,24). En este tema nos clarifica mejor San Juna Pablo II, en el Evangelio del Sufrimiento, descrito en su carta apostólica Salvifici Doloris, n. 26: «uniendo los propios sufrimientos humanos a su sufrimiento salvador…Él mismo es quien actúa en medio de los sufrimientos humanos por medio de su Espíritu de Verdad, por medio del Espíritu Consolador… Cristo con su gracia transforma el sufrimiento».
En tiempo de sufrimiento, dolor y duelo, la fe nos exige multiplicar compasión, como respuesta al sufrimiento. Pero también pidamos la intercesión de Santo Domingo de Guzmán, por los que sufren por un sin número de situaciones.
Te pedimos, Señor, por intercesión de Santo Domingo de Guzmán, insigne predicador de tu palabra, de virtud compasiva por los que sufren, ayude a tu Iglesia para que seamos testigos de la verdad y la esperanza en medio del sufrimiento. Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina, por los siglos de los siglos. Amen.
